(Nota: Este blog debe ser
entendido como el desarrollo y presentación de una idea, por ello, si es la
primera vez que lee sobre Democracia Real Gobedana, le recomiendo comenzar por
la primera página y continuar desde allí)
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¿Pero cómo un país puede llegar a cambiar su modelo de
Democracia? Qué tendría que suceder para que la muy venerada, pulida y
formalmente perfecta Democracia Representativa, que da tanto poder a los
políticos, cambiase para obligar a estos a empezar a compartir dicho poder con
los ciudadanos tomados de manera individual.
Juega a favor de la Democracia Participativa que éste cambio ya se ha hecho sin
que nos diésemos cuenta. Quiero decir que, por sorprendente que pueda parecer,
en algunos países ya se vive, en lo económico y en lo social, en una Democracia
Participativa; tan sólo les quedaría cambiar el modelo de Democracia para
completar el proceso. Pero de esto ya hemos hablado en la segunda
entrada del blog. Así pues, la parte más importante del cambio hacia la
Democracia Participativa ya ha sucedido sin darnos cuenta. Si no fuese así
¿Quién podría estar tan loco de proponer un cambio de modelo?… yo, al menos,
no.
Aceptando que están dadas las condiciones del cambio, sólo nos queda imaginar
las formas más probables en que esto sucedería. Es un ejercicio que le animo a
hacer también por su cuenta, ya que el futuro no está escrito, pero eso sí,
tenga la seguridad de que la realidad siempre nos sorprenderá haciéndonos
quedar a todos, como tontos; pero, a estas alturas eso es algo que no debería
preocuparnos.
Por muy prosaico que pueda parecer, en mi opinión, el cambio de modelo será
promovido y financiado por aquellos que crean que tienen mucho que ganar
arriesgando muy poco. Veamos quienes son.
En primer lugar tenemos a los partidos de segunda línea, me refiero a los
partidos que no pueden soñar con gobernar, todo lo más a convertirse en
bisagras de gobierno. Imaginemos un partido con representación parlamentaria
que ofreciese a todos sus asociados, al corriente del pago en sus cuotas por
supuesto, la posibilidad de votar previamente lo que finalmente defenderá y
votarán en el Parlamento sus parlamentarios. Es decir, el partido ofrecería a
todos sus militantes la posibilidad de convertirse en microdiputados, es decir gobedanos.
Puede parecer anecdótico, sobre todo si el número de
diputados es pequeño en relación al tamaño de la Cámara, pero no siempre los
grandes partidos gobiernan con mayoría absoluta y, en algunas ocasiones, quien
realmente decide el resultado de una votación es un pequeño partido con muy
pocos diputados, incluso uno solo. En un escenario de este tipo quien
finalmente decidiría en el Parlamento serían los militantes de un partido
minúsculo. Y cuando hablamos de decisiones parlamentarias nos estamos
refiriendo a asuntos tales como aprobar los presupuestos o derribar un gobierno
entero en una moción de confianza. No hay que ser muy optimista para prever que
el partido que ofrezca esta posibilidad a sus militantes crecerá en afiliados y
en votantes y, por tanto, en diputados.
En cuanto al procedimiento por el que votasen los
militantes, es de esperar, no sería tan exigente como el que describíamos en la
primera
entrada del blog, no habría necesariamente Urnas Electrónicas ni Tarjetas
Democráticas. Bastaría con que cada militante dispusiese de una clave personal
con la que podría votar en Internet o mediante un teléfono, identificándose
ante una centralita automática y siguiendo un sencillo menú. Sobre la
privacidad del voto y demás requisitos que se suelen exigir en las votaciones
convencionales, no había muchas garantías, aunque no creo que esto retrajese a
los militantes de participar.
Esto no permanecería como un hecho aislado, sino que
sucedería como con las fichas del dominó. Los demás partidos, incluidos los más
grandes, se verían amenazados y ante esto sólo podrían responder de dos
maneras, una declarando el procedimiento ilegal o permitiendo que sus
militantes también pudiesen hacer lo mismo.
Lo primero es difícil porque ¿con qué argumento se puede
impedir a un partido preguntar a sus militantes qué deberían votar sus
parlamentarios? Ciertamente el voto es legalmente del parlamentario y no del
partido, sin embargo, nadie le puede impedir a estos diputados seguir la
recomendación de voto que le hacen sus propios militantes.
Lo más probable es que, para no dejarse comer el terreno,
quiero decir perder votos y diputados, los grandes partidos, al menos el que
esté en ese momento en la oposición, imitase la estrategia de permitir
participar a sus militantes, con lo que el partido en el gobierno se vería
presionado a hacer inmediatamente lo mismo. Pero entonces aparecería un agravio
comparativo ya que los militantes de los partidos tendrían derecho a votar,
aunque de manera indirecta, en las Cámaras legislativas, mientras que los
ciudadanos no afiliados no podrían hacerlo. Pero lo más inquietante de la
situación es que el poder habría pasado de los políticos a los, militantes de
los partidos, en su totalidad.
Tarde o temprano no quedaría otra alternativa que la de facilitar un
procedimiento de voto por parte del Estado a todos los ciudadanos y dotarse de
unas normas para que representantes y ciudadanos se repartiesen el poder en las
cámaras en un porcentaje que estimasen adecuado.
La conclusión es que, por sorprendente que parezca, el simple hecho de que un
partido pequeño se atreviera a permitir intervenir en la cámara a sus
militantes, forzaría la llegada de la Democracia Participativa para toda la
sociedad. Aún sin pretenderlo y siguiendo su propio interés como siempre, las
bisagras, por una vez, harían algo bueno para todos los ciudadanos.
¿Alguno dará el paso? No puedo contestar a eso, pero por lo
que sé, parece que estos pequeños partidos están, por el momento, obsesionados
con el cambio de la ley electoral y acabar con el bipartidismo. En mi opinión,
si realmente quieren crecer, solo tienen que volverse más democráticos dejando
votar a sus militantes a través de sus parlamentarios. Pero, como digo, parece
que al igual que sus hermanos mayores están atrapados en la idea de la
superioridad absoluta de la representación sobre la participación.
Por otra parte, es más probable que en la mayoría de los países el cambio venga
impulsado desde fuera, y la transformación se haga copiando lo que se haga en
otros Estados pioneros. Al fin y al cabo es la manera en que la mayoría de las
sociedades accedieron en su día a la democracia representativa, por imitación,
copiando lo que ya habían hecho otras.
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