domingo, 15 de septiembre de 2013

La evolución del nombre desde "Democracia Real" a "Democracia Participativa Gobedana"


(Nota: Este blog debe ser entendido como el desarrollo y presentación de una idea, por ello, si es la primera vez que lee sobre Democracia Participativa Gobedana, le recomiendo comenzar por la primera página del blog y continuar desde allí)

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Nunca he explicado el porqué comencé refiriéndome a esta forma de gobierno como “Democracia Real” hace más de quince años y ha terminado con el nombre de “Democracia Participativa Gobedana”. Cambiar los nombres de las cosas crea confusión y si no se justifica puede parecer algo caprichoso y arbitrario. Y aunque un poco tarde, me siento en la obligación de dar una explicación de cómo y por qué ha sucedido. 
Cuando, como he dicho, hace más de quince años empecé a interesarme por procedimientos en la manera de votar más ágiles  que permitiesen la celebración de referéndums más frecuentes, pronto me di cuenta que aquello desembocaba, inevitablemente, en un nuevo modelo de gobernarnos, me vi en la necesidad de darle un nombre. El primero que se me ocurrió, “Democracia Participativa” tuve que descartarlo porque entonces estaba muy presente la experiencia de los Presupuestos Participativos de Porto Alegre en Brasil y temí que se confundiese el  modelo que proponía con ese otro. Había una gran diferencia entre las dos; los Presupuestos Participativos de Porto Alegre tenían que ver con la participación, pero esta participación fundamentalmente se hacía a través de grupos más o menos organizados, y no mediante la participación directa de los ciudadanos, y esa era para mí una diferencia crucial, por lo que era conveniente marcar distancias. Se me ocurrió entonces, darle el nombre de “Democracia Participativa Ciudadana”, porque me parecía que añadiendo “Ciudadana” se resaltaría la diferencia, pero no me terminó de convencer. Pensé entonces en el nombre “Democracia Directa” que destacaba el hecho de que en el modelo perdían importancia los intermediarios, me refiero a los políticos, y las decisiones se tomaban “directamente”, en alguna medida, por los ciudadanos. Pero, finalmente, terminé adoptando el término de “Democracia Real”, que si bien al principio me resultó fresco y contundente, con el tiempo ha resultado ser muy confuso y, además  pretencioso. Confuso, por tres razones, la primera es un tanto pueril, se trata de que algunas personas creían que con “Real” se hacía referencia al rey, de modo que “Democracia Real” pensaban que  tenía que ver con la democracia en las monarquías, jaja. Ahora resulta cómico, pero entonces esta confusión, entre la gente menos informada, no era infrecuente. Pero había otra razón, que terminó siendo muy irritante. El término “Real” parecía dar a entender que la “democracia Representativa” en la que vivimos no es real, en el sentido de verdadera, y que no se trata más que de una engañifa, una construcción engañosa diseñada por unos pocos para confundir a la mayoría. Esto es algo que no pienso y oscurecía el hecho de que la “Democracia Representativa” era la antecesora y por tanto madre de lo que quiera que venga después. Pero, algo aún más inquietante, se escondía tras la palabra “Real”; daba a entender que el modelo de democracia al que se aplicaba era un modelo acabado y perfecto, tras el que no cabía cambio ni mejora posterior. Esto estaba totalmente en contra de la idea evolutiva que está en la base de cuanto mantenemos aquí; porque una cosa es que no podamos ver el futuro del futuro y otra que creamos que después del futuro ya no hay un futuro distinto. No quería caer en la misma falsa idea, por muy conveniente que resulte cuando todo va bien, sobre que vivimos en un modelo perfecto lo único que pasa es que la gente no está a la altura. Al igual que se pensaba antes de la Revolución Francesa cuando creían que la monarquía era perfecta sólo que los monarcas no estaban a la altura, jaja. Que es, por cierto, una idea idéntica en la que están atrapados los ciudadanos actuales, tal vez incluso usted mismo; "la democracia es perfecta lo que pasa que los políticos son unos ladrones", jaja. De manera que la solución no puede ser otra que en buscar mejores representantes políticos mejores, jaja. Pero eso ya lo he dicho en muchas otras partes y además no es el tema de hoy.
Pero por muy incómodo que me hiciese sentir la palabra “Real” no fue hasta hace relativamente poco, que las circunstancias, el entorno, me obligaron a volver a cambiar el nombre si quería sobrevivir a la competencia con otros modelos concretos e ideas más o menos difusas sobre la manera de gobernarnos que aparecieron al calor de eso que se ha bautizado, también de manera poco apropiada en mi opinión, como “15M”.
Ingenuamente creí en un primer momento que, dado que el eslogan más repetido era ¡Democracia Real YA! Quienes estuviesen detrás de aquel eslogan tendrían una idea similar a la que yo tenía sobre el futuro modelo de Estado, pero cuando apareció un grupo que se hacía llamar con ese nombre, “DRY”, que tenía colgado en su página un manifiesto, donde solo al final del mismo se hacía mención a la participación ciudadana y además si ninguna concreción, me di cuenta de que no teníamos nada en común… salvo el nombre. Era evidente que no tenía la menor oportunidad de competir con dicho grupo por utilizar el nombre, lo más sensato era renombrarlo… y deprisa. Pero no sólo estaba el DRY, también había otros modelos más trabajados como Democracia Líquida o Democracia 4.0 que si se habían enfrentado con el problema de integrar a los ciudadanos al Parlamento y con los que también había que marcar diferencias en el nombre, porque también las había en el fondo. Lo más fácil era añadirle una coletilla y la única que me venía a la cabeza era la muy gastada de “Ciudadana”. 
Por suerte, como ya he explicado en otro sitio, en aquel entonces me había dado por pensar que a cada modo de producción no solo le correspondía un modo de gobierno, también los individuos se daban un nombre distintivo a sí mismos que hacía referencia a algún aspecto significativo de la función que hacían en la sociedad o de su lugar dentro de ella; cazador y guerrero en una sociedad tribal de cazadores recolectores; siervo (esclavo de un señor)en el feudalismo, súbditos o vasallos (por debajo de otro, el rey) en las monarquías y, es nuestro caso, se les llama ciudadanos, en las repúblicas y democracias, que viene a resaltar el que cada persona tiene los mismos derechos y deberes dentro de la sociedad. Aunque si me apura el nombre que mejor nos describe es el de contribuyentes, jaja. El nuevo modelo de Estado también establecía una nueva función para el individuo; ¡gobernar! Tarde o temprano surgiría un nombre nuevo… y porque no podía dárselo yo mismo, jaja. Así que me puse a inventar la palabra juntando “gobernante” y “ciudadano” ya que las personas del futuro serían las dos cosas. Elegí el acrónimo “gobedano” que era el menos malsonante para mis oídos, de entre otros como  “ciugobernante” o “ciunante”, etc. Aunque chocante al principio, en la actualidad no sólo empleo la palabra con toda naturalidad, sino que no entiendo cómo podía pasar sin ella ya que me ahorra la tediosa construcción de “ciudadanos del futuro” y similares y, algo mucho más interesante, se me ha hecho patente que considerarse a si mismo como un gobedano muy distinto de sentirse un ciudadano “pelao”, de la misma manera que ser ciudadano es algo muy distinto de ser un súbdito y no digamos de ser un siervo. Me refiero a que pensarán y se sentirán de manera distinta a nosotros ya que su función social también lo será. Le confieso que con su uso, he empezado a sentir un cierto desprecio por el término ciudadano, como supongo que usted lo siente por el término súbdito,jaja. 
Aprovecho para animarle a que lo utilice para referirse a usted mismo. Puede que sea algo precipitado, ciertamente no dispone de una Tarjeta Democrática con la que votar en el Parlamento, pero, quién le impide pensar y sentir que tiene derecho a ella. Por algún sitio hay que empezar a cambiar. Por qué no comenzar por uno mismo, exorcizando al ciudadano que lleva dentro y poniendo en su lugar un flamante gobedano, jaja. Pero volvamos con el tema que nos ocupa antes de que perdamos el hilo, y la compostura, definitivamente.
Así que con “Gobedano” había encontrado la coletilla perfecta y fue, precisamente, con “Democracia Real Gobedana”, con el nombre que empecé este blog; aunque no tardé en  deshacerme de “Real” a favor de “Participativa” ya que ahora con la palabra “Gobedana”, tan  peculiar, no había miedo de que se confundiese con ninguna otra cosa. 
Y esta es la historia de cómo surgió el nombre de “Democracia Real Gobedana” para designar un posible modelo evolucionado de la actual Democracia Representativa (Ciudadana) y que, repito por enésima vez, no es un partido, ni grupo ni organización de ningún tipo ni puede serlo nunca, porque al fin y al cabo se refiere a la organización política que tiene que ser adecuada para todas las ideologías y partidos democráticos actuales, incluso para los que no lo son pero lo disimulan muy bien, jaja. De manera que nadie puede pretender apropiársela de la misma forma que nadie puede apropiarse la Democracia Representativa Ciudadana. Lo que si puede suceder en un futuro es que todos los partidos compitan por aparentar ser los más participativos y los más respetuosos con los gobedanos, pero eso es otra cosa… bueno, en realidad, es lo de ahora que todos los partidos se jactan de ser los más demócratas y acusan a los otros de no serlo, jaja.
Tan sólo me resta, de gobedano a gobedano, pedirle disculpas por una entrada tan pesada y tan anecdótica, pero es que tenía una deuda con los viejos amigos que están perplejos con tanto baile de letras.


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